jueves, 25 de abril de 2019


DE RUTA POR LOS PARQUES ARQUEOLÓGICOS DE CASTILLA LA MANCHA

Por Mercedes Laín García

Una  ruta por los Parques Arqueológicos de Castilla La Mancha puede ser una estupenda opción para pasar unas vacaciones y aprender cosas nuevas, entre ellas conocer un poco más este territorio y su historia.

Los Parques Arqueológicos son restos materiales de nuestro pasado que han llegado a nosotros en unas condiciones excepcionales. En el caso de Castilla La Mancha existe un Parque Arqueológico por cada provincia de esta región. Cada uno de ellos ha sido seleccionado por presentar una singularidad que le hace ser merecedor de esta condición. La titularidad es de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, que es quién los gestiona y mantiene. Dotados de  centros de interpretación, en ellos se realizan diversas actividades como visitas guiadas, funciones teatrales o talleres que hacen las delicias de pequeños y grandes. Para mayor información recomendamos visitar la Web http://cultura.castillalamancha.es.

La ruta por los Parques Arqueológicos de Castilla La Mancha  comienza a las 10 de la mañana. Salimos desde Madrid por la AP-41 con dirección a Serranillos del Valle. Una vez que dejamos la Comunidad de Madrid, a escasos kilòmetros, nos encontramos cerca del primer yacimiento que vamos a visitar, Carranque, en la provincia de Toledo.


Carranque fue declarado Parque Arqueológico por el Decreto 58/2003. Es una villa romana que conserva un edificio palacial, un mausoleo, para el dueño y su familia,  el torcularium, donde se elaboraba vino y aceite y la llamada Casa de Materno. Esta última conserva los restos de mosaicos que son uno de los principales atractivos del yacimiento. Carranque es uno de los conjuntos monumentales más importantes que se conservan de la Hispania romana. Sus restos se fechan a finales del siglo IV d. C y destacan por ser los únicos que se relacionan con el Emperador Teodosio I el Grande.



Desde Carranque seguimos dirección a Illescas donde paramos a comer. Terminamos la jornada en Toledo, paseando por sus calles y viendo sus monumentos, para al día siguiente partir hacia Ciudad Real por la carretera N-401. Unos 155 kilómetros nos separan del nuevo destino, el Parque Arqueológico de Alarcos-Calatrava la Vieja.

El Parque Arqueológico de Alarcos-Calatrava la Vieja, se trata en realidad de dos yacimientos. Uno se encuentra ubicado en  el cerro de Alarcos, cerca de la localidad de Poblete y del rio Guadiana, a escasos 8 km de la capital y el otro en Carrión de Calatrava, a unos 17 km de Ciudad Real. Ambos fueron declarados Parque Arqueológico según Decreto 95/2003. Alarcos abarca cronológicamente desde la Edad del Bronce, pasando por el mundo ibérico y el medieval mientras que el yacimiento de Calatrava la Vieja se circunscribe prácticamente a la Edad Media, destacando por ser una de las ciudades medievales mejor conservadas. Entre sus restos destacan estructuras tan importantes como el foso, la muralla, las torres pentagonales, una puerta acodada,  varias corachas y albarranas,  una iglesia de origen templario…etc.


Al día siguiente partimos hacia Hellín, Albacete, donde se encuentra nuestro próximo destino, el Tolmo de Minateda. El trayecto es de unos 200 km pasando por Manzanares y La Roda hasta la localidad de Albacete,  para después continuar unos 65 km más por la A30.

El Tolmo de Minateda es un yacimiento que culturalmente abarca desde la Edad de Bronce hasta el siglo X d. C.. Fue declarado Parque Arqueológico por el Decreto 81/2012. Destacar su Almazara ibero-romana, la muralla romana, la basílica visigoda y su barrio islámico. Desde el Tolmo de Minateda, situado en un cerro amesetado, podemos ver todo lo que pasa a través de la calzada que se encuentra en el valle. Esta es la gran ventaja que ofrece su magnifica ubicación.


Volvemos a Albacete donde pasamos el resto de la jornada. Al día siguiente iniciamos rumbo al yacimiento de Segóbriga, ubicado en el cerro de Cabeza de Griego, en Saélices, Cuenca. Dos horas de viaje por la E-901 nos espera. Desde la Roda seguimos hacia el Parque Natural de la Serranía de Cuenca, donde nos recrearemos con un estupendo  paseo por la naturaleza.

Llegados a Cabeza de Griego visitamos Segóbriga el cual fue declarado Parque Arqueológico según Decreto 99/2002. Segóbriga nos permite conocer como fue el desarrollo social y urbanístico de época romana en la submeseta sur. Este yacimiento destaca no solo por tener teatro, anfiteatro, termas, basílica, templos y mercados, sino también por la explotación de las minas de Lapis Specularis. El Lapis Speculares es una piedra de yeso cristalizado transparente que deja pasar la luz. Los romanos la usaban para cubrir suelos y especialmente ventanas. 




Dormimos en Tarancón, donde pasamos la noche, después de asistir a una representación en el teatro romano de Segóbriga. Al día siguiente seguimos ruta para visitar las minas de Lapis Specularis cerca de la localidad de Huete y de ahí hacia Zorita de los Canes, Guadalajara, donde se encuentra nuestra próxima parada, Recópolis. Ya solo nos restan unos 55 minutos de viaje.

Recópolis es un yacimiento que abarca desde el siglo VI al XVI d. C. Fue declarado Parque Arqueológico por el Decreto 280/2004. Destacan su palacio e iglesia palatina y los talleres artesanales. Fue fundada por el rey visigodo Leovigildo en honor a su hijo Recaredo. Recópolis nos permite apreciar cómo vivió la sociedad visigoda, andalusí y cristiana de la época.

Finalizamos la ruta por los Parques Arqueológicos de Castilla La Mancha de nuevo en Madrid. En tan solo 4 noches hemos visto lo más significativo de su Patrimonio Arqueológico, pero también hemos apreciado su cultura, su naturaleza y su gastronomía, pues hemos paseado por las calles de algunas de sus capitales (Toledo, Ciudad Real, Albacete), hemos asistido a una obra en un auténtico teatro romano, bajado a una mina de Lapis Specularis, paseado por un Parque Natural, saboreado la gastronomía manchega… . Con esta ruta tan completa  llegamos a conocer un poco más Castilla La Mancha y poder darle así la importancia que merece, pues no se puede valorar y proteger aquello que no se conoce.



martes, 2 de abril de 2019




DÉJATE GUIAR

por Rosa María Palomares


¿Alguna vez has sentido la necesidad de huir a algún lugar buscando paz y tranquilad y poder escapar  del estrés y la rutina del día a día?  ¿Has pensado alguna vez en un sitio donde puedas llenar tus pulmones de aire limpio mientras observas unas vistas espectaculares que te hagan vibrar? Yo me sé uno y me gustaría compartirlo contigo.  ¿Te vienes? Yo te llevo.

Prepara en tu mochila un par de bocadillos, unos frutos secos y agua. No te olvides del plátano que atenuará las temidas agujetas y después de la larga caminata que te propongo, tu cuerpo te lo agradecerá. Ponte ropa cómoda y unas buenas botas que se agarren al suelo, pasaremos por sitios donde nos podemos escurrir y queremos evitar caídas. Yo me encargo de las fotos. ¿Todo listo? Pues cojamos el coche dirección Valencia.

Desde Ciudad Real, cogeremos la autovía A43 y no la vamos a abandonar hasta que se una a la A3. Seguiremos por tierras conquenses, a veces pasaremos por la provincia de Albacete para volver a Cuenca y pasar incluso a otra comunidad, a la valenciana.  El camino es largo; son unas 3 horas, pero cuando veas donde te llevo, habrá merecido la pena. Déjate guiar.

En Utiel, cogeremos la salida 278, hacia Teruel. Sí, esta capital existe y aparece en los carteles, no son imaginaciones tuyas. Estamos muy cerca de la ciudad pero allí no te quiero llevar hoy, aunque  te recomiendo que la visites. Te sorprenderá.

Estamos llegando. Es el último empujón. La carretera transcurre por viñedos. Tierras de vinos es ésta.  Te aconsejo uno si quieres que tus comensales salgan contentos o quieres tener un detalle con alguien. Se llama Alto Landó, un caldo que conquista hasta el paladar más escéptico. 

No te asustes si ves que estás en la provincia de Valencia. Estamos justo en el límite de las dos comunidades y la ruta que vamos a hacer la comparten ambas provincias.

Pasaremos por los pueblos de Sinarcas y Casillas de Ranera. Habrá una recta muy larga que invita a acelerar el coche, pero no lo vamos a hacer porque al final de la recta, está nuestra primera parada. Sí, ya hemos llegado. Y ahora empieza nuestra ruta a pie. ¡Vamos, debemos desperezar al cuerpo después del largo camino en coche!

Aparcaremos y andaremos unos 300 metros. No te voy a decir lo que vamos a ver, quiero ver tu reacción cuando veas La Olla, comúnmente llamada la plaza de toros. Aquí está.  
Una maravillosa formación geológica de arena roja moldeada por el agua y el aire de la serranía. Sus formas son tan llamativas que seguro que te han dejado con la boca abierta. Daremos una vuelta a su alrededor, incluso, y con mucho cuidado porque el material es inestable, podemos bajar abajo y ver la Olla desde su interior. Nos sentiremos muy pequeños al lado de esas paredes verticales.

Seguro que ya vas sintiendo la paz que buscabas. No hay ruidos, estamos en mitad de un bosque de robles, alcornoques y pinos. Solo se escuchan los pájaros y algún coche porque estamos cerca de la carretera. Pero no te preocupes, te he prometido paz y tranquilidad y la tendrás.

Volvemos a coger el coche y seguimos nuestra carretera dirección Talayuelas. Pero a unos 2,7 kilómetros antes de llegar al pueblo hay un camino hacia la derecha. Lo tomaremos. Seguiremos hasta la bifurcación. Dos caminos aparecen. ¿Cuál elegir?

¿Por qué elegir? ¡Haremos los dos! Dejamos el coche en un lugar donde no estorbe y nos iremos por el de la derecha hacia el merendero de la Olla y su vistoso mirador al barranco del rio Rojo. No nos quedaremos solo observándolo, lo bajaremos. Hay dos formas para bajar: o bien bajarlo por su via ferrata y necesitaremos cuerdas o bien dando un pequeño rodeo por detrás del merendero. Haremos la segunda opción. Hay una pequeña senda que nos lleva a una pared vertical de unos 20 metros de alto. Giraremos a la derecha y ya entramos en el barranco. Cuidado con las piedras, son muy lisas y si ha llovido puede ser peligro andar por ellas. Por eso la importancia de llevar un buen calzado. Si miramos hacia arriba, se ve la barandilla del merendero.

Podemos seguir el curso del río hacia adentro del barranco. Hay muchas pozas. Sus aguas son cristalinas y al verse el fondo parecen que no son profundas. Pero que no te engañen, lo son. Observa las paredes verticales y cómo los árboles crecen en ellas. Siéntate en una piedra y solo escucha el sonido del agua. ¿Sientes como el estrés desaparece? Podemos pasar el tiempo que queramos en este lugar, incluso tomar un primer almuerzo. Lo vamos a necesitar. Ahora comienza la parte más dura de la ruta, collados y cerros nos esperan.

Volviendo por nuestros pasos, saldremos de nuevo al merendero de la Olla y esta vez nos dirigiremos por el camino rural de la izquierda. Es mucho más seco que el anterior, flanqueado por pinos.  El primer kilómetro puede parecer algo monótono. Pero poco a poco vas  a ver como la vegetación se hace más frondosa y de repente entras en un claro y la ves. Multicolor: azul, verde, rosa, lila. Es la laguna de Talayuelas. Está permanente aunque debido a su poca profundidad, el nivel del agua se ve alterado en las diferentes épocas. Se alimenta de aguas subterráneas y de la lluvia. Tiene una gran importancia gracias a su diversidad biológica. Diferentes tipos de flora y fauna se pueden ver aquí. Hay un animal muy curioso que vive aquí: los gallipatos. ¿Qué son? Te estarás preguntando. Son una especie de tritones con la cola aplanada lateralmente. Intentaremos ver algunos.

No bordearemos la laguna, lo haremos al volver. Si miramos hacia adelante veremos un cerro. Se llama Castellar de lo Jorque. Coronándolo hay una caseta de vigilancia forestal. Ese es nuestro destino.

Seguiremos el camino y pasaremos por el collado del Hornillo y empezaremos a subir. Subiremos despacio, haciendo pequeñas paradas para observar todo a nuestro alrededor. Los últimos 200 metros son los más duros porque la cuesta se hace mucho más pronunciada. Nos tomaremos el tiempo que requiramos para llegar. Justo en ese tramo, si miras a tu izquierda verás unas piedras colocadas de manera poco natural. Forman parte de una muralla. Aquí había un asentamiento Íbero y si prestas atención al suelo, podrás encontrar pequeños trozos de vasijas decorados. No nos vamos a poner a escarbar, no se debe.  Alteraríamos los restos, pero aun así, hay muchos en la superficie. Si encuentras uno, sería un bonito recuerdo de esta ruta.

Estamos a un punto de llegar. Solo nos faltan unos 20 metros, se hacen duros y las piernas se pueden resentir, pero cuando llegues a la piedra donde quiero que te pongas, se te olvidará este duro trayecto.

Después de 4 kilómetros intensos por fin estamos en la cima y podemos divisar las espectaculares vistas que te había prometido.

Abre los brazos y llena los pulmones de aire fresco y limpio. Grita si lo necesitas. Y siéntate en la piedra para poder disfrutar de lo que esta zona te ofrece. Desde este lugar se ve la laguna. Es bastante más grande vista desde las alturas. Se observa el merendero de la Olla, se puede apreciar el barranco del río Rojo y si echamos la vista más lejos, veremos La plaza de toros. Al fondo, se alzan varias colinas llamadas Castellar de Polán y reinando sobre ellas, el pico más alto de esta zona: el pico Ranera con 1432m. Sus vistas son asombrosas. Te dejo una foto para que las puedas ver. Otro día te llevo allí.

Después de comer empezaremos nuestro descenso por el mismo camino. Hay que tener cuidado al bajar porque nos podemos resbalar debido a la piedras sueltas del camino. Al llegar a la laguna, la bordearemos. Veremos los restos de un antiguo molino y la vieja estructura de riego de los campos aledaños. Pasaremos por la pequeña caseta  de observación de aves y volveremos por el camino que nos ha traído hasta aquí.

Este es el final de la ruta. Estoy segura que no será la primera ni la última que hagas, porque,  puedo asegurarte que cuando cojas el coche y vuelvas a casa, desearás volver para conocer más rincones de la serranía baja conquense.

Rosa María Palomares