lunes, 25 de marzo de 2019



Ruta cervantina por el valle de Alcudia y Sierra MadRona



Vamos a realizar un viaje literario por una ruta en un parque natural lleno de historia y naturaleza. Lugar único, una de las mayores reservas ganaderas del mundo pletórico de historia y vida. Empezaremos nuestra historia en Brazatortas, donde tomaremos el Camino Real que unía Madrid con Sevilla dirección al Valle de Alcudia y siguiendo a Astrana Marín, recorreremos los lugares que aparecen en las obras de Miguel de Cervantes .




Lugares de inspiración


 Nos dirigiremos al puerto de Tres Ventas donde se encuentra la fuente de La Pizarra, bello lugar donde descansar rodeado de naturaleza. Esta fuente aparece citada en la Novela Ejemplar La Ilustre Fregona, cuando dice que Avendaño y Carriazo salieron de Valladolid “a ver la fuente de Argales, famosa por su antigüedad y sus aguas, a despecho del Caño Dorado y de la Reverenda Priora, con paz sea dicho de Leganitos y de la extremadísima fuente Castellana, con cuya competencia puede callar Corpa y La Pizarra de La Mancha”.


Continuaremos el camino.
Cervantes como conocedor de esta ruta por sus trabajos en Andalucía, no solamente menciona en la novela anterior algún lugar de nuestro recorrido, sino que Rinconete y Cortadillo comienza de la siguiente manera: “En la venta del Molinillo, que esta en los campos de Alcudia, como vamos de Castilla a la Andalucía…” Y sitúa “a media legua más adelante” a la Venta del Alcalde. Las casas de ambas ventas existen actualmente conociéndose con el nombre de Divina Pastora e Inés. Nos encontramos en una auténtica dehesa de encinas y alcornocales plagadas de animales tanto domésticos como salvajes desde jabalíes a grullas en su paso a otras tierras.

Venta del Alcalde

Continuando el camino llegamos a la venta del Alcalde. En ella se descansaba después de tres días de jornada y se terminaba el día antes de adentrarse en Sierra Morena. Astrana Marín la señala como la famosa venta del manteo de Sancho, al volverse de este para Sierra Morena por la distancia “la villa de Almodóvar… a ocho leguas” y por ser la mejor del camino real . Esta venta se puede visitar porque allí reside su anciano propietario con su hija minusválida.

También en esta parada de descanso, Cervantes conocería los bellos lugares de los alrededores. Así los capítulos XI, XII, XIII y XIV de la primera parte los sitúa en la Fuente del Alcornoque. El paisaje de la fuente y las inmediaciones se hallan descritos certeramente como se puede comprobar. Comienzan estos capítulos cuando don Quijote y Sancho Panza son recogidos por unos cabreros, invitándoles a cenar carne y de postre bellotas y tomando algunas nuestro personaje sobre la mano, pronuncia su discurso sobre la Edad de Oro. Luego llega un mozo de la aldea (que sería Brazatortas) contando la muerte de Grisóstomo a causa de los amores de Marcela. “Y es lo bueno que mandó en su testamento que le enterrasen en el campo (…), y sea al pie de la peña donde está la fuente del alcornoque porque (…) es a donde él la vio la vez primera” (Quijote I, XII).

Al día siguiente se realiza el entierro, cavan el agujero de la sepultura en la fuente en el lugar indicado por Ambrosio, amigo de Grisóstomo. Después escuchan la canción desesperada de Marcela en lo alto de la roca donde, ahora, empieza a correr el agua formando un pequeño baño. Tras el entierro todos se despiden y “los caminantes le rogaron se viniese con ellos a Sevilla… y dijo que por entonces no quería ni debía ir a Sevilla, hasta que hubiera despojado todas aquellas tierras de ladrones malandrines”. Eran famosos los ladrones y bandoleros de este camino real al ‘paso por Sierra Morena.

Venta Texada

Continuamos nuestro itinerario saltando el puerto, repleto de vegetación mediterránea y animales de caza mayor, y llegamos a “Venta Texada”, en el siguiente valle, el valle de El Escorial. Esta venta no está mencionada en El Quijote, sino en La ilustre Fregona. En el capítulo XLII un mozo de mulas que iba desde Sevilla a Madrid, le dice al compañero que hacía el camino de vuelta: “Y esta noche no vaya a posar donde sueles, sino en la Posada del Sevillano, porque verás en ella la más hermosa fregona que se sabe: Marinilla, la de Venta Tejada, es asco en su comparación”.
Cerca de esta venta se encuentra el valle conocido actualmente como Navaestacas, donde Miguel de Cervantes desarrolla el capítulo XV de esta primera parte “donde cuenta la desgraciada aventura que se topó don Quijote con unos desalmados yangüeses”. El sitio nos se nos revela hasta el comienzo del capítulo XVII “y con el mesmo tono de voz con que el día antes había llamado a su escudero, cuando estaba tendido en el val de las estacas”, cuando don Quijote ya ha vuelto a la venta. Otro punto más a favor de la venta del Alcalde.

 Arroyo de los Batanes

 Aquí en la venta se abría un camino por Fuencaliente dirección Andújar y Jaén, el cual tomaremos para llegar al arroyo de los Batanes, camino que pudo seguir don Quijote “cuando llegó a sus oídos un grande ruido de agua, como que de algunos grandes y levantados riscos se despeñaba” (Don Quijote I, XX) y a la mañana siguiente “dieran en un pradillos que al pie de unas altas peñas se hacía, de la cuales se precipitaba un grandísimo golpe de agua”. Visitada la zona, la Chorrera de los Batanes y leyendo este capítulo, parece escrito por alguien que conoce bien este lugar.

Al lado de esta cascada se encuentran las pinturas rupestres de La Batanera y Peña Escrita. Lugar escogido por Cervantes para la penitencia de don Quijote, situada aproximada y curiosamente a ocho lenguas de Almodóvar del Campo como se señala en la obra. En este lugar a imitación de Amadís de Gaula cuando, llamándose Beltenebros, se alojó en la Peña Pobre. Él se hace llamar el Caballero de la Triste Figura y lo puede hacer en Peña Escrita.


 El lugar lo describe así: “Llegados… al pie de una alta montaña, que casi como un peñón tajado estaba sola entre otras muchas que la rodeaban. Corría por su falda un manso arroyuelo, y haciéndose por toda su redondez un prado tan verde y vicioso, que daba contento a los ojos que la miraban. Había por allí muchos árboles silvestres y algunas plantas y flores que hacían del lugar apacible” Otra cita más más que Cervantes conocía las pinturas rupestres de Fuencaliente puede ser la exclamación de don Quijote en este lugar. ¡Oh vosotros, quienquiera que seáis, rústicos dioses que en este inhabitable lugar tenéis vuestra morada, oíd las quejas deste desdichado amante…”” (Cap. XXIV)! Pudiese dirigirse a los rústicos y primitivos grafismos realizados en la roca.

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 Y podremos terminar nuestra ruta con un buen baño, si hace buen tiempo, en los toboganes naturales conocidos como Las Lastras y una buena comida en cualquiera de los restaurantes de la zona.

Clemente Toledano






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