domingo, 13 de mayo de 2018

UN EJEMPLO DE CONSTANCIA Y RIGOR: MARÍA MOLINER



Aunque el nombre de María Moliner nos suene más en el mundo de las Letras, la labor de esta sencilla mujer es tremendamente útil en cualquier rama pues sirve para todo aquel que quiera escribir o hablar con corrección. Es la autora, única autora, de una obra inmensa, el Diccionario de Uso del español, de obligada consulta cuando se quiere ser correcto. Sin pretender comparar en importancia con el Diccionario de la RAE, por cierto, elaborado por un equipo de especialistas que trabajan y son remunerados por ello, el de María Moliner está considerado por muchos el que más se ha consultado en nuestra lengua.

Una vez presentada la importancia de esta obra monumental, hay que decir que fue un proyecto que surgió de forma tardía, cuando contaba con cincuenta y un años, y fruto de la desilusión de no poder trabajar más en lo que a ella le gustaba y en lo que ya había dedicado  tiempo, esfuerzo e ilusión: en el mundo de las Bibliotecas. En este sentido publicó dos obras importantísimas hasta el punto de que una de ellas sigue siendo considerada hoy en día el mejor Plan de Bibliotecas de España.

Pero en los años de posguerra  ella y su marido fueron expedientados y expulsados de sus respectivos trabajos. Sí es cierto que consiguió una nueva ocupación en otra Biblioteca, pero bajando muchos escalafones y siendo, esta vez, un trabajo más rutinario. Comprendió y asumió que ya no podría aportar nada en ese campo y comenzó un nuevo proyecto.

Hasta aquí una rapidísima trayectoria de nuestra protagonista para mostrar la valía y los dos grandes logros visibles (debiéramos hablar de un tercer éxito, pero eso lo dejaremos para otra ocasión) de esta persona trabajadora, constante, minuciosa y culta y todo ello dentro de un mundo dominado por los hombres. A partir de ahora intentaremos explicar la importancia de esos adjetivos y por qué, siendo mujer, tuvieron un valor especial.

Parece ser que un día María Moliner manejó un diccionario de uso en inglés y en su afán por aportar y contribuir –siempre se caracterizó por su regeneracionismo-, decidió hacer algo similar. Se puso manos a la obra pensando que en dos “añitos” lo tendría terminado, pero su continua labor de depuración más el hecho de ser consciente de que su humilde proyecto comenzaba a adquirir otras dimensiones mucho más ambiciosas, desembocaron en un diccionario de 80.000 entradas (dos tomos de casi 3.000 páginas) publicado en 1967 y en el que, finalmente, se invirtieron dieciséis años de trabajo.

García Márquez describe ese proceso poniendo énfasis en su labor de “hormiguita” y en su lado humano. Lo que empezó siendo una recopilación de fichas, por supuesto manuales o con su máquina de escribir, a lo que dedicaba una o dos horas o el hueco que encontraba entre su labor de bibliotecaria y el de madre de cuatro hijos, fue aumentando en tiempo progresivamente hasta suponer ocho, nueve o las que se precisaran. Su obsesión por el rigor le hacía revisar, corregir y completar continuamente lo ya escrito de modo que, si no fuera porque había firmado un contrato y debía entregar lo que tuviera, quizá no lo habría terminado nunca.

Fue la primera mujer en ocupar importantísimos puestos dentro  del ámbito de las bibliotecas pero no logró ser la primera académica, fracaso que ella vivió con gran pesar. Muchas son las voces que denuncian la injusticia que fue en su momento –sin quitarle mérito a quien entró en su lugar- y muchos son los convencidos de que el único problema fue el hecho de ser mujer.

El tesón de esta mujer ha sido resaltado por muchos biógrafos y por quien la conocía de primera mano, su hija, quien además destaca la seguridad que siempre demostraba en todo lo que hacía. Su rigurosidad fue alabada por filólogos de primera línea como Dámaso Alonso y su valía como mujer de gran coraje por un escritor tan humano como García Márquez.

Nosotros, en este humilde homenaje, no nos queda sino invitar a echar un vistazo a su Diccionario y comprobar de primera mano el mérito tan enorme que supone ser la autora de una magna obra tan útil y tan seria.


PARTICULARIDADES POR EL HECHO DE SER MUJER

Se puede pensar que a María Moliner no le gustaría que resaltáramos  el hecho de que era una mujer, sino que posiblemente se sentiría satisfecha si dijéramos que era una persona tremendamente trabajadora, culta y con mucha fuerza para  transmitir. Y ahí nos podíamos quedar sino fuera porque sí que influyó en ocasiones su condición femenina y de todas ellas vamos a destacar dos.
La primera, por el hecho de que no decidirá embarcarse en la empresa del diccionario hasta que el cuidado de los hijos se lo permitió, porque evidentemente, esa responsabilidad fue asumida con total normalidad. No pretendemos debatir sobre la obligatoriedad de las madres a asumir ciertas tareas, sino tan solo destacar que en su caso sí fue decisivo en cuanto al tiempo que le podía dedicar a su proyecto lingüístico.
El segundo momento cuando, como hemos comentado, fue rechazada en la Real Academia, lo que le dolió de forma  espacial. Ella creyó firmemente que era merecedora, como también lo creyeron otras personas de altura filológica, pero no lo logró y estaba plenamente convencida de que el único problema fue ese, ser mujer.
Nuestradmiración a esa PERSONA trabajadora, rigurosa y tenaz que no consiguió el debido reconocimiento por el hecho de ser mujer.

Olga García-Casarrubios Martín


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